el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infiero tan temido
para dejar, por eso, de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte
Muéveme, en fin, tu amor de tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera
no me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera
NOTA.
En este tiempo en que prima la superficialidad y el interés para casi todas las cosas, que bueno es recordar este hermoso soneto que nos habla del amor desinteresado y profundo por el Cristo que dio su vida por nosotros.
El autor de este poema no ha sido determinado, contándose San Juan de la Cruz, y Santa Teresa entre los que han sido señalados como posibles autores. Sea cual fuere, expresa un sentir hermoso de una forma hermosa. ¡Disfrutarlo! ¡Vívelo!
En este tiempo en que prima la superficialidad y el interés para casi todas las cosas, que bueno es recordar este hermoso soneto que nos habla del amor desinteresado y profundo por el Cristo que dio su vida por nosotros.
El autor de este poema no ha sido determinado, contándose San Juan de la Cruz, y Santa Teresa entre los que han sido señalados como posibles autores. Sea cual fuere, expresa un sentir hermoso de una forma hermosa. ¡Disfrutarlo! ¡Vívelo!
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