"Oísteis que fue dicho a los antiguos:
No matarás; y
cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje
contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga:
Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera
que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar,
y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del
altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven
y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto,
entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el
adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en
la cárcel. De cierto te digo que no saldrás
de allí, hasta que pagues el último cuadrante." (Mateo 5:21-26).
Jesús hablaba con una
autoridad tal que “cuando terminó estas palabras, la gente admiraba de su
doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escriba"
(Mateo 7:28,29).
Los Escribas al enseñar
siempre lo hacían citando a Moisés, y cuando les convenía, al Talmud (que eran sus leyes tradicionales u
orales), ó a algún rabino de
trascendencia. Sin embargo Jesús dice “YO
OS DIGO”, nunca habían oído un maestro con esa autoridad…
Jesús comienza mostrando que
no es necesario matar para ser
“Culpables de Juicio”. También el que se enoja
contra su hermano y usa un lenguaje ofensivo, corre la misma suerte.
Hasta la venida de Cristo a los antiguos se les había enseñando la necesidad de
no matar, pero no se hacía énfasis en los motivos que llevaban a la persona a
cometer un asesinato. No se le prestaba atención a la fuente del problema que
es el corazón (Marcos 7:21-23...Porque de dentro del corazón de los hombres salen...). Ellos
nunca escucharon decir “Bienaventurados los de limpio corazón”,
porque los maestros de la ley no acostumbran a tener cuidado de estas cosas. Con tener limpio el vaso por fuera era suficiente.
Cuando El Maestro dice
que será culpable ante juicio, se está refiriendo a los tribunales locales que
los judíos habían establecido en cada pueblo (Véase Deuteronomio 16:18,
Levítico 24:17,21).
Al dar el mandamiento
de no matar, quería que entendieran que incluia sentir el deseo en el corazón de quitar
la vida a otro porque esto es igualmente pecado. El enojo, el odio, el
rencor y otros males del corazón son
condenados por el Señor porque sabe que todos con el tiempo llevan a lo mismo.
Los Fariseos y Escribas
hacían tanto énfasis en una obediencia externa que muchos llegaron a pensar que
no estaba mal que se aguardaba rencor siempre que no se llegara a cometer el
acto mismo de matar. Jesús condena el enojo carnal, que incluye dentro de sus
planes insultar, golpear y hasta matar.
El Señor sintió enojo y
hasta ira, pero nunca carnales, sino espirituales; contra prácticas y hechos,
no contra individuos (Marcos 3:5; Mateo 21:12,13; Juan 2:13-17). Su santo enojo
siempre lo motivaba hacia las cosas buenas como enseñar, exhortar, reprender,
pero con el propósito de que el mal sea corregido.
Jesús condena el enojo
descontrolado, que solo nos lleva a decir palabras insultantes, y a asumir una
actitud de desprecio hacia los demás. Este tipo de enojo siempre se asocia en
las escrituras con enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
maledicencias, amarguras, griterías y toda malicia (Gálatas 5:19-21; Efesios
4:31).
Efesios 4:26,27 “Airaos, pero no pequéis, no
se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”. El cristiano no
es el que nunca se enoja, sino el que no peca aun cuando esta enojado, y que no
se pasa todo el tiempo enojado.
Las palabras
insultantes a las que se refiere el Señor como son: Necio y Fatuo son
palabras que indicaban un grado elevado
de desprecio.
La fuerza de estas
palabras depende de cómo suena a los
oídos de la persona insultada y del tono de voz con que se expresen. Además
cuando van acompañadas de un sentimiento de odio o desprecio se puede percibir
con facilidad.
1 Juan 3:15 “Todo
aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene
vida eterna permanente en el”
La palabra necio “Raka”
esta relacionada con el hebreo req, que significa vacío o sin significado. Lo
cual nos hace ver lo hondo del disgusto que sentía el que las pronunciaba. Este
sentimiento sin dudas era capaz de, en la circunstancia adecuada, llevar a la
persona a cometer un homicidio. Por eso el Señor dice que quedará expuesto al
infierno de fuego.
“Por tanto, si estas presentado tu
ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja
tu ofrenda allí del altar, y ve,
reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presentaba tu ofrenda”
Vs. 23,24.
Jesús pinta dos situaciones donde el cristiano podría
tener problemas por estar enojado contra su hermano y guardarle rencor.
La primera es la de un adorador llevando su ofrenda ante un
sacerdote. Cuando esta listo para ofrecer su ofrenda recuerda tener algo
pendiente con su hermano. ¿Para qué ofrecer sacrificios que Dios no va a
aceptar?. Primero debe haber un arrepentimiento y una reconciliación con el
hermano (1Juan 4:20)
El segundo caso
presentado por Cristo es el de alguien que debe dinero a otro y se dirige
delante del Juez para tratar un caso que esta perdido.
Conviene a esta persona
buscar un arreglo pronto, antes que sea muy tarde, y la solución que plantea el
Señor es que nos pongamos de acuerdo con el adversario, que sacrifiquemos el
orgullo cuanto antes y arreglemos diferencias, pues de lo contrario los únicos
que saldremos perdiendo somos nosotros.
Mateo 18:15, “Si tu
hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y el solos”. Es
decir, que también el ofendido debe buscar al ofensor, y no decir “el fue que
me ofendió” pero, muchas veces nos dejamos dominar y guiar por el orgullo y
fracasamos espiritualmente.
Imitemos al Señor, quien teniedo todos los motivos para maldecir y desear lo peor a sus enemigos, dijo: "Padre Perdonalos porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34)