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miércoles, 14 de diciembre de 2011

SED VOSOTROS PERFECTOS COMO VUESTRO PADRE (MATEO 5:48)

“OISTEIS QUE SE OS DIJO: OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE”

Los judíos tenían conocimiento de estas palabras dichas por Moisés al pueblo (véase Éxodo 24: 23-25, levítico 24:19,20; Deuteronomio 19:21) y que se leían cada día de reposo (Hechos 15:21).

Esta ley autorizaba a la gente defender los derechos del inocente contra los criminales y malhechores. Pero no autorizaba las venganzas personales, sino el ejercer derecho y justicia de castigar al opresor en la misma proporción de su falta cometida.

Los Jueces de Israel eran los encargados de dictar sentencias sobre estos casos, aunque algunos caso el pueblo mismo tenia que apedrear a cualquier culpable (Números 15:35; Deuteronomio 21:21), pero en ese caso el pueblo ejecutaba la justicia bajo la autoridad y dirección de los jueces. No se permitía la venganza personal, porque estaba prohibida- (Levítico 19:18; Proverbios 25:21,22).

“PERO YO OS DIGO: NO RESISTAIS AL QUE ES MALO”

Debemos recordar que en Israel las autoridades como los jueces eran nombrados por Dios, y ellos tenían la responsabilidad de resistir al malo. Hoy en día nosotros no tenemos estos tipos de gobiernos, tenemos un gobierno civil nombrado por los hombres y puestos por Dios, al cual Él autoriza para ejecutar venganza y justicia (Romanos 13:1-4; 1Pedro 2:13-17).

¿En que sentido no debemos resistir al que es malo? El mismo Señor lo aclara cuando agrega las siguientes palabras: “Antes a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, devuélvele también la otra”.

Esto significa que no debemos devolverles con la misma moneda, aun cuando nos insulten o maltraten físicamente, recordemos que Jesús padeció físicamente de manos de sus verdugos y no profirió maldición, ni procuró venganza personal, sino que pidió al padre que los perdonara (Lucas 23:34).

Hay que evitar maldecir, desear mal al prójimo, y dañarlo en cualquier manera. Antes debemos amarlos y orar al padre por ellos. Jesús es nuestro mejor ejemplo en eso.

La venganza debemos dejarla a Dios (Romanos 12:18-21), porque nuestra ira no obra su justicia (Santiago 1:19,20).

Cuando obramos así aseguramos nuestra salvación, y le dejamos las puertas abiertas al ofensor para llegar a Cristo, al ver en nosotros el reflejo de Cristo mismo. “Pues haciendo esto ascúas de luego amontonarás sobre su cabeza, no seas vencido de lo malo, sino Vence con el bien el mal”. (Romanos 12:20,21.


En la ley de Moisés estaba contemplado que una acreedor no podía quitarle la capa a su prójimo en caso de que este no le cumpliera su compromiso, porque esta capa le servía de cobija (Éxodo 22:25-27). Pero el Señor dice que si esto va a resultar en pleito, lo mejor es dejarle también la capa y evitar roces que después llenaran de mutuos sentimientos. Es mejor dormir con frio que ser querelloso, viviendo en continuo enojo que solo nos mancha y destruye el alma.

La enseñanza no consiste en que dejemos que nos despojen de todas nuestras posesiones materiales porque en eso no hay ninguna virtud. La virtud esta en amar al prójimo y en no dejar que nada destruya ese amor. Si la casa, el carro, el negocio o cualquiera posesión material nos impiden conservar el amor y la buena voluntad hacia los demás, entonces es mejor que dejemos perder lo material y no nuestra alma, con resentimientos, amarguras y venganzas.

Las personas que tienen el espíritu agrio, y carácter fuerte, no pueden ser hijos de Dios. La persona que solo saluda si lo saludan y que solo hace bien si a él le han hecho un bien, no puede ser hijos de Dios. ¿Imagínese que Dios solo bendiga a los que obedecen sin fallar? ¿Dónde estaríamos nosotros?

Cristo no era así. El cristiano tampoco debe ser así. Debemos ser imitadores de Dios (Efesios 5:1,2)


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