Servir
"Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová." (Josué 24:14)
Cada día llegan a nosotros noticias de personas famosas de la política, de la economía, del deporte, etc., etc., de que han sido descubiertos en cosas deshonestas, luego de haber estado por mucho tiempo haciendo lo malo y nadie se dio cuenta. Por cierto, esto no sucede sólo con los personajes famosos puede pasar también en cualquier otra actividad y afectarle a la gente común.
Uno puede llevar una vida pecaminosa y a la vez seguir haciendo su actividad normal como si nada pasara. Pero en las cosas de Dios cuando la santidad se pierde, todo lo que se hace es inefectivo e irrelevante ante los ojos del Señor.
Nuestro servicio a Dios debe estar caracterizado principalmente por la pureza y la santidad interior. Muchos tienen grandes dones pero poco fruto del Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio).
Es por eso que el pasaje de hoy nos anima a temer (respeto reverente) por sobre todo al Señor. Es el respeto reverente el que me guarda de contaminarme y vivir en el pecado. Es el respeto reverente a Dios lo que hace que me aleje de aquellos “dioses” interiores que me seducen y gobiernan.
La integridad es una característica interior que se refleja en la vida exterior. Es posible hacer acciones de integridad sin vivir en integridad, pero en el Reino de Dios debemos ser santos como El Señor es Santo.
Cuando nuestro servicio a Dios tiene una mezcla de lo santo con lo pecaminoso, el efecto final no será productivo a los ojos del Señor. Dios siempre, y por sobre todo, mira el corazón, a EL no se le puede engañar. ¿Qué hay en nuestro corazón?
Autor: Ritchie Pugliese
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