Jesús existe desde siempre. Antes de hacerse hombre se le conoce como el verbo de Dios. Junto con el Padre y el Espíritu Santo forma la Deidad (Hechos 17:28).
No era ni menor no mayor que el Padre, sino igual (Juan 1: 1; Filipenses 1: 6).
Jesucristo (El verbo) es el creador de todo cuanto existe (Juan 1: 3), visible e invisible (Colosenses 1:15-17). Este verbo que existía desde siempre (Miqueas 5: 2), vio la condición de su creación (Los hombres) y decidió despojarse de su condición de Dios, y hacerse como una de sus criaturas, para poderle ofrecer la salvación. Las escrituras lo definen así. “Y el verbo se hizo carne, y habito entre nosotros “(Juan 1:14).
“El cual se despojo a si mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres” (Filipenses 2: 7).
Estos textos hablan del desprendimiento voluntario de Cristo, y de su humillación al dejar su trono, para venir a la tierra y habitar con los hombres.
Este verbo tuvo que pasar la mayor de la humillaciones al sufrir la muerte de la cruz (Filipenses 2: 8), “Porque a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1: 11).
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