Como hacer más efectiva nuestra predicación (segunda parte)

I- PIDA A DIOS QUE LE DE AMOR POR LAS ALMAS.

a) Ellas son la razón de ser de la preocupación de Dios, por eso, él deja 99 ovejas que están seguras para ir detrás de una sola que está extraviada hasta encontrarla (Lucas 15:1-10). Él no se puede dar el lujo de que una sola alma se pierda sin hacer todo lo posible para que se salve, por le ama.
b) Si observamos lo que entristece al padre la perdida de su hijo, y la alegría que le embarga cuando este regresa, entonces podríamos tener una idea de la felicidad que lleva al cielo el arrepentimiento de un pecador.
c) “Porque el hijo del hombre no vino para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas” (Lucas 9:56). “Porque no envió Dios a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17). “El cual (Dios) quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).


II- CONTRIBUYA AL AMBIENTE DE AMOR Y ARMONIA EN LA IGLESIA.

a) Todo esfuerzo individual se puede ver frustrado si la persona que oye el mensaje encuentra en la iglesia un ambiente de conflicto y división.
b) La Biblia enseña que una situación de discordia amenazaba con frenar el crecimiento de la iglesia en Jerusalén, pero una vez que todo se resolvió el crecimiento volvió (Hechos 6:1-7). Si una sola persona que viva en verdad el evangelio, es como un imán para el perdido, imagine cuanta atracción ejercería toda una iglesia de gente en verdad convertida.
c) Ese ambiente de amor y de santidad contribuyó al crecimiento de las iglesias en todo Israel. “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo” (Hechos 9:31).
d) Lo propio pasaba más allá de las fronteras. Por ejemplo, en Antioquia, cuando Bernabé llegó a colaborar, vio “La gracia de Dios” (Hechos 11:23). Es decir, vio un ambiente espiritual, contagioso, armonioso, lleno del Espíritu Santo, “y una gran multitud fue agregada al Señor” (Hechos 11:24). Lo mismo puede pasar con nosotros hoy.