La noticia de la muerte violenta de Juan el Bautista llegó a oídos de los discípulos, quienes lo comunicaron al Maestro. Esto hizo que el señor decretará un período de descanso para él y sus alumnos, ya que la gente no les dejaba tiempo ni para comer.
Tomaron una barca y fueron al otro lado del lago de Galilea buscando el anhelado descanso que no pudieron encontrar ya que muchas personas los vieron y fueron presurosos a encontrarlos. Hicieron un largo viaje por tierra rodeando el lago hasta llegar a la otra orilla, en un recorrido de por lo menos ocho kilómetros.
Para sorpresa de Jesús, al bajar de la barca se encontró con una multitud de gente esperándole, para ser sanados de sus dolencias y escuchar el mensaje sobre el reino de los cielos.
Esto sucedía mientras se acercaba la pascua Judía y nos dicen las escrituras que él sintió lástima por ellos, porque parecían ovejas que no tienen pastor. De manera que sobreponiéndose a su cansado cuerpo, su espíritu le impulsó a atender a la multitud, a quienes les enseñó durante todo el día sin darse cuenta que no habían comido o tal vez porque a la gente no le interesaba comer mientras escuchaban absortos al maestro.
Siendo una hora avanzada del día los discípulos le aconsejan que despida a la multitud para que vayan a las aldeas cercanas y compren algo para comer. Es entonces cuando se crean las condiciones para la ejecución de uno de sus más maravillos milagros.
Habiendo allí un niño con cinco panes y dos peces, Jesús manda a la gente a sentarse en grupos de 50 y de 100 en el pasto, y ora fijando su vista en el cielo, y luego reparte el alimento entre la multitud, la cual come, se satisface y sobra.
La parte sobrante el Señor manda a recogerlo para que no se desperdicie nada, lo que nos deja una importante enseñanza sobre la necesidad de no ser desperdiciadores de los alimentos que Dios nos da. Mucha gente muere de hambre en el mundo, mientras en otros lugares se desperdicia tolenalas de alimentos.¡No contribuyamos con eso!
En total se recogieron doce canastas llenas de alimento, habiéndose alimentado aproximadamente 5 mil hombres, sin contar a las mujeres y los niños. Es decir, que en total general, estamos hablando de entre 10 y 15 mil personas apróximadamente.
No era la primera vez que en hora de necesidad, Dios había proporcionado alimento para su gente. En el desierto envió el maná (Exodo 16; Números 11:6). A Elías le había provisto de lo necesario por medio de unos cuervos y de una viuda (1Reyes 17:6-16). A Elíseo le proveyó alimento para los hijos de los profetas (2Reyes 4:42-44).
Felipe y Andrés dejaron salir su temor, provocado por su poca fe. Felipe, como hombre práctico calculo que era necesario 200 denarios para comprar alimento para la multitud. Un denario era el salario de un día para un obrero, es decir, que estamos hablando de 200 días de salario invertidos en comida y no se garantizaba la satisfacción de la multitud. Andrés por su parte le trajo a Jesús 5 panes y 2 peces, pero a la vez preguntó: “Qué es esto para tanta gente?”. Ellos estaban claros en lo que NO podía hacerse, pero no tenían la visión de lo SI se podía hacer. Esta visión la puede dar una fe genuina que ellos aún no habían cultivado.
El milagro de Jesús destruye todos los cálculos y las dudas de ellos, y llega a ser tan contundente que la gente después de esto habla de hacerlo rey (Juan 6:15). Imagínese, si un hombre era capaz de alimentar a las multitudes, les resolvería su principal problema y contaría con la lealtad de ellos mientras pudiera seguir haciéndolo.
Este es el único milagro de Jesús registrado por los 4 evangelistas, lo que no dice de su importancia y del impacto que tuvo.
Después de esto, envió a los doce al otro lado del lago, en el bote a la ciudad de Betsaida , y despidió a la multitud y subió a un cerro para orar. Allí se quedó hasta altas horas de la noche.
En un próximo artículo vamos a ver lo que pasó después de este milagros (Si Dios quiere)
Tomaron una barca y fueron al otro lado del lago de Galilea buscando el anhelado descanso que no pudieron encontrar ya que muchas personas los vieron y fueron presurosos a encontrarlos. Hicieron un largo viaje por tierra rodeando el lago hasta llegar a la otra orilla, en un recorrido de por lo menos ocho kilómetros.
Para sorpresa de Jesús, al bajar de la barca se encontró con una multitud de gente esperándole, para ser sanados de sus dolencias y escuchar el mensaje sobre el reino de los cielos.
Esto sucedía mientras se acercaba la pascua Judía y nos dicen las escrituras que él sintió lástima por ellos, porque parecían ovejas que no tienen pastor. De manera que sobreponiéndose a su cansado cuerpo, su espíritu le impulsó a atender a la multitud, a quienes les enseñó durante todo el día sin darse cuenta que no habían comido o tal vez porque a la gente no le interesaba comer mientras escuchaban absortos al maestro.
Siendo una hora avanzada del día los discípulos le aconsejan que despida a la multitud para que vayan a las aldeas cercanas y compren algo para comer. Es entonces cuando se crean las condiciones para la ejecución de uno de sus más maravillos milagros.
Habiendo allí un niño con cinco panes y dos peces, Jesús manda a la gente a sentarse en grupos de 50 y de 100 en el pasto, y ora fijando su vista en el cielo, y luego reparte el alimento entre la multitud, la cual come, se satisface y sobra.
La parte sobrante el Señor manda a recogerlo para que no se desperdicie nada, lo que nos deja una importante enseñanza sobre la necesidad de no ser desperdiciadores de los alimentos que Dios nos da. Mucha gente muere de hambre en el mundo, mientras en otros lugares se desperdicia tolenalas de alimentos.¡No contribuyamos con eso!
En total se recogieron doce canastas llenas de alimento, habiéndose alimentado aproximadamente 5 mil hombres, sin contar a las mujeres y los niños. Es decir, que en total general, estamos hablando de entre 10 y 15 mil personas apróximadamente.
No era la primera vez que en hora de necesidad, Dios había proporcionado alimento para su gente. En el desierto envió el maná (Exodo 16; Números 11:6). A Elías le había provisto de lo necesario por medio de unos cuervos y de una viuda (1Reyes 17:6-16). A Elíseo le proveyó alimento para los hijos de los profetas (2Reyes 4:42-44).
Felipe y Andrés dejaron salir su temor, provocado por su poca fe. Felipe, como hombre práctico calculo que era necesario 200 denarios para comprar alimento para la multitud. Un denario era el salario de un día para un obrero, es decir, que estamos hablando de 200 días de salario invertidos en comida y no se garantizaba la satisfacción de la multitud. Andrés por su parte le trajo a Jesús 5 panes y 2 peces, pero a la vez preguntó: “Qué es esto para tanta gente?”. Ellos estaban claros en lo que NO podía hacerse, pero no tenían la visión de lo SI se podía hacer. Esta visión la puede dar una fe genuina que ellos aún no habían cultivado.
El milagro de Jesús destruye todos los cálculos y las dudas de ellos, y llega a ser tan contundente que la gente después de esto habla de hacerlo rey (Juan 6:15). Imagínese, si un hombre era capaz de alimentar a las multitudes, les resolvería su principal problema y contaría con la lealtad de ellos mientras pudiera seguir haciéndolo.
Este es el único milagro de Jesús registrado por los 4 evangelistas, lo que no dice de su importancia y del impacto que tuvo.
Después de esto, envió a los doce al otro lado del lago, en el bote a la ciudad de Betsaida , y despidió a la multitud y subió a un cerro para orar. Allí se quedó hasta altas horas de la noche.
En un próximo artículo vamos a ver lo que pasó después de este milagros (Si Dios quiere)
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