Como
todo buen maestro, Jesús hace preguntas a sus discípulos, para ver lo que han
asimilado sobre lo que han visto y oído. “¿Quién dice la gente que es el Hijo del
hombre?”.
Esta
pregunta la hace el maestro en Cesárea de Filipo, la cual estaba gobernada por
Felipe, hermano de Herodes Antipas, gobernador de Galilea, y era un centro de
adoración al dios griego de la naturaleza llamado Pan y había también un templo
de mármol blanco dedicado al emperador romano para rendirle culto como si se
tratase de un dios. Es en medio de este espacio de tierra dedicado a la
idolatría es que el maestro los cuestiona.
La
frase, “Hijo del hombre” era usada
entre los judíos de aquel tiempo para referirse al enviado de Dios o Mesías
(Daniel 7:13). Es decir, que Cristo desea ver que lugar le daban ellos entre
tantas creencias extrañas que existían entonces, y escoge un lugar adecuado
para probarlos.
Ellos
respondieron haciendo eco de lo que la gente decía sobre Cristo, que era uno de
los grandes profetas, como Juan el Bautista, Elías o Jeremías, que habían
resucitado.
Ahora
el maestro le interesa recoger lo que ellos opinan de todo eso, y pregunta: “Y
ustedes, ¿quién dicen que soy?”: Pedro, con su carácter extrovertido
responde por todos diciendo que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Cristo
aprueba la respuesta de Pedro y le dice unas palabras que han sido objeto de
mucho debate y que vamos a considerar: “Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta
roca edificaré mi iglesia; y las puertas de Hades no prevalecerán contra ella.
Yo
te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será
atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos.”
Primero
es conveniente dejar claro que Cristo
promete edificar SU IGLESIA.
De hecho, la edificó usando a los apóstoles en el día de pentecostés, y añade a
ella cada día a los que han de ser salvos (Hechos 2:47). Por tanto, todo
cristiano debe asegurarse de ser miembro de la iglesia que Cristo edificó y no
de otra, pues la iglesia es su cuerpo y él es el salvador de ella (Efesios
5:25-27).
La
palabra iglesia es un vocablo griego que significa “Los llamados” o “Los llamados fuera”. Todos aquellos que han
sido llamados por el evangelio puro de Cristo (2Tesalonisenses 2:14) y lo han
obedecido, han sido sacados del mundo y trasladados a reino de la luz
(Colosenses 1:13). Si están viviendo una vida de obediencia a Cristo (Hebreos
5:9), perseverando en su doctrina (Hechos 2:42; 2Juan 9), entonces Cristo les
asegura su salvación (Mateo 7:21).
Por
otro lado se debe dejar claro que Cristo no promete edificar su iglesia sobre
Pedro. El nombre Pedro viene del griego “Petros”
que significa una piedra pequeña. Mientras que la ROCA sobre la que Cristo prometió edificar su iglesia es de una
palabra griega que es “Petra”, y se
refiera a una masa grande de piedra, que se usaba como zapata para hacer casas
y palacios. La ROCA (Petra) sobre la
que Cristo edificaría su iglesia es la confesión que Pedro (Petros) había hecho
de que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
La
creencia en esa confesión es y ha sido por siglos la roca sobre la cual se
fundamenta la iglesia del Señor.
Más
tarde el apóstol Pablo se encarga de aclarar que nadie puede poner otro
fundamento del que está puesto, el cual es
CRISTO (1Corintios 3:11). El mismo Pedro nos dice que la piedra
principal del ángulo es Jesucristo (Hechos 4:11; 1Pedro 2:6-8).
En
tercer lugar hay que señalar que aunque ciertamente Cristo le entregó a Pedro
las llaves del reino de los cielos y le dio poder para atar y desatar, esto fue
algo que hizo también con los demás apóstoles (Mateo 18:18). Pedro, al hacer la
confesión que hizo recibió la encomienda que recibió, pero esto no quiere decir
que fuera el príncipe de los apóstoles
ni mucho menos el primer papa. El apóstol Pablo reclama que él no es
menos que los otros apóstoles porque aunque algunos trabajaran o incidieran más
que otros, todos son iguales. Por supuesto que Pedro; como los demás apóstoles,
contribuyó decididamente al establecimiento y crecimiento de la iglesia en sus
inicios, y fue uno de los fundamentos sobre los cuales Cristo edificó su
iglesia (Efesios 2:19,20). Y junto con todos los cristianos una piedra viva del
edificio de Dios (1Pedro 2:5).
Cuando
el Señor habla de entregar llaves del reino de los cielos, lo primero que
debemos pensar es que las llaves son usadas para abrir algo, y que tanto Pedro como los otros apóstoles
recibieron esas llaves y las comenzaron a usar desde el día de pentecostés,
cuando anunciaron por primera vez al mundo los requisitos que la gente debería
cumplir si quería ser ciudadano del reino (Hechos 2:14-41). Así abrieron las
puertas de la salvación, cuando anunciaron lo que la gente debía hacer para
salvarse (Véase la encomienda de Jesucristo a los apóstoles en Mateo 28:18-20;
Marcos 16:15,16; Lucas 24:44,49). Al predicar el mensaje de Cristo por todas
las naciones, y revelar la voluntad de Dios para el hombre, ataban y
desataban, porque Cristo les había
otorgado autoridad por la inspiración de Espíritu Santo para hacerlo (Mateo
18:17,18). Lo que los apóstoles enseñaron no fueron sus propias ideas, sino la
voluntad de Cristo para el hombre (Juan 14:25,36; 16:12,13)
Cuando
los apóstoles predicaron y la gente creía y se bautizaba, ellos estaban
desatando, pero cuando la persona rehusaba creer, entonces ellos ataban sus
pecados porque la persona rehusó hacer lo que Cristo mandó (Véase Juan 20:23;
Hechos 2:36-38).
En
cuarto lugar, cuando Cristo dijo que las puertas del Hades no prevalecerían
contra la iglesia. “La expresión Puertas del Hades es una expresión oriental para indicar la corte, trono, poder y dignidad del reino infernal." w.p. estaba diciendo que los poderes de la muerte no podría
destruirla, ya que el Hades es el lugar donde van los espíritus de las personas
después de muertas (Lucas 16:19-23; Hechos 2:27; Apocalipsis 6:8).
Ya
la profecía de Daniel 2:44 no solo había identificado a la iglesia como el
reino, sino que predijo también su indestructibilidad.
Finalmente
es bueno aclarar que la iglesia es ese reino del cual Cristo dio la llave a
Pedro. Esto significa que cuando somos añadidos a la iglesia, somos añadidos al
reino (Juan 3:3-5; Marcos 16:16), pues la iglesia es el reino de Cristo
(Colosenses 1:13; 1Tesalonisenses 2:12).
Las
parábolas de Jesús hablan del reino refiriéndose a la iglesia (Mateo 13:24-50),
el Señor mismo prometió que establecería su reino durante la vida de sus
apóstoles (Marcos 9:1) y así lo cumplió en el día de Pentecostés (Hechos
2:36-41,47). La iglesia es el reino de Cristo que existe en la tierra en un
estado de imperfección, pero que Cristo viene a buscar para entregar al Padre
en el día final (1Corintios 15:24-26).
Jesús advierte severamente a sus
discípulos que no digan a nadie nada de lo que habían hablado.
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