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viernes, 7 de junio de 2013

Jesucristo sana a un Ciego de Nacimiento (Juan 9)

Dice Juan 20:31 que Jesús hizo muchas señales en presencia de sus discípulos que no están escritas en este libro, pero que él hizo una selección de aquellas que demostrarían de manera fehaciente que Jesús era el Cristo. En total Juan presenta 7 señales que demuestran aspectos distintos de la capacidad de nuestro Señor Todopoderoso de suplir todas nuestras necedades.
La que a continuación vamos a ver es la sexta de ellas. Las otras 6 son: En Juan 2:1-11, convirtió el agua en vino; En Juan 4:46-54, sanó al hijo de un noble; En Juan 5:1-9, sanó al paralítico; En Juan 6:1-14, alimentó a los 5000; En Juan 6:12-21,  caminó sobre la mar, y en 11:39-44, levantó a Lázaro de entre los muertos.
Las señales físicas demostraban verdades espirituales: p. ej., Jesús sanó el cuerpo enfermo para que la gente creyera que El es Buen Médico del alma enferma; dio pan físico a la multitud para que creyeran que El es el Pan de vida; levantó a los muertos para que la gente creyera que El era la "resurrección y la vida", etc. (WP)
Con estos milagros demostró que él es el Cristo, el Hijo de Dios, y que tiene poder sobre las enfermedades sin importar si son viejas o si son de nacimiento,  tiene poder sobre  la naturaleza y la muerte. Por eso debemos creerle y servirle, pues solo él poder para suplir todas nuestras necesidades.
Después del pasado incidente, donde Jesús denunció la hipocresía de los que querían apedrear a la mujer adultera,  las cosas entre Jesús y los judíos seguían caldeándose, y la sanidad de un ciego de nacimiento en día sábado, aumenta la  oposición hacia su ministerio hasta desembocar en su muerte.

Todo comienza cuando andando por las calles de Jerusalén se encuentran con un hombre ciego de nacimiento. Entre algunos judíos  había la creencia de que si alguien estaba enfermo era por consecuencia del pecado. Si nacía con una enfermedad era por consecuencia del pecado de sus padres o porque él mismo había pecado en una vida anterior.  Esto deja ver que algunos creían en la reencarnación, la cual  era una doctrina que tenía su origen en lugares como la china y la india, donde a través de budismo se propagó.
Cuando hablamos de reencarnación nos referimos a la creencia que enseña que cuando una persona muere su espíritu pasa al cuerpo de otra persona que nace en otro lugar y bajo otras circunstancias. Según esta creencia esto ocurre varias veces hasta llegar a un estado de perfección. Las escrituras no nos dicen si los apóstoles creían esta doctrina o si estaban confundidos al respecto, pero lo    cierto es que preguntaron a Jesús: “Maestro, ¿por qué nacería ciego este hombre? ¿Sería por sus pecados o por los pecados de sus padres?” . La primera posibilidad planteada por los discípulos para explicar la condición de este hombre era que sus padres hubieran pecado. En la ley de Moisés se aseguraba que Jehová castigaría la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que le aborrecían (Éxodo 20:5). La razón de esta advertencia era para que los Israelitas no se desviaran tras dioses paganos, pues Jehová es celoso y no tolera que su pueblo divida su lealtad. Pero Dios no castiga a los hijos por los pecados de sus padres sino solo en los casos en que los hijos siguen en los pecados en que anduvieron sus padres. Es por eso que la última parte del Éxodo 20:5 dice que castiga A LOS QUE ME ABORRECEN, y no a los que se arrepienten. La maldad pasa de generación a generación por la influencia que ejercen los padres sobre los hijos (Véase como ejemplos 2 Reyes 17:6-23; Mateo 23:32-36; 1 Pedro 1:18,19). “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo” (Ezequiel 18:20).

La segunda posibilidad que plantean los discípulos es que él mismo haya cometido pecado en vidas pasadas y que ahora esté pagando por eso. Esta segunda posibilidad no tiene ningún apoyo bíblico, sino que por el contrario las escrituras establecen que el hombre ha de morir UNA SOLA VEZ y después de esto el juicio (Hebreos 9:27).
Ambas posibilidades planteadas por los discípulos descansan en algo que ellos consideraban un hecho probado: EL PECADO ES EL CAUSANTE DE LAS ENFERMEDADES. El libre de Job nos muestra claramente que una persona de conducta intachable puede sufrir diversos géneros de males en su cuerpo, tal como los que sufrió el apóstol Pablo siendo un hombre de una conducta digna de imitar (2 Corintios 12:7-10).  Ciertamente algunas enfermedades como la lepra vinieron como un castigo por ciertos pecados (Levítico 14), pero no siempre fue así.
Jesús después de explicar que este hombre estaba así “Más bien para que en él se demuestre lo que Dios puede hacer” entonces escupió en tierra, hizo un poco de lodo con la saliva, y lo untó sobre los ojos del ciego. Luego lo mandó a lavarse al estanque de Siloé que en hebreo significa “Enviado” y entonces ocurrió el milagro. Ahora pudiendo ver su rostro tenía otro aspecto, lo que provocó la confusión de los presentes entre los cuales algunos aseguraban que era él, otros decían que no, pero que en verdad se le parecía. Por su parte el sanado aseguraba ser el mismo que había estado ciego desde su nacimiento.

Los judíos se sintieron enojados por la curación porque fue hecha en día de reposo, lo cual abrió una discusión acerca de si Jesús era un verdadero siervo de Dios. ¿Quién era este hombre que tenía el poder de sanar una ceguera congénita y a la vez se atrevía a hacerlo en el día de reposo?. Una vez más demuestran su falta de amor hacia el ser humano al estar más pendientes del día en que fue hecho el milagro que del bienestar de este pobre hombre. Ya el maestro había dejado claro que en el día de reposo lo que está prohibido es buscar el interés personal, pero no hacer el bien al prójimo (Marcos 2:23-27).
Un aspecto destacable de este milagro es las diversas reacciones que despierta. Por un lado están los vecinos del sanado, los cuales se acercan por curiosidad y discuten entre ellos si éste es el hombre o no lo es. Por otro lado estaban los fariseos los cuales solo les interesaba investigar la fuerza que produjo tal milagro y a la vez mantenerlo bajo  vigilancia. Finalmente vemos la reacción de sus padres la cual es bastante tímida ante las preguntas amenazantes de los fariseos. A pesar de todo esto este hombre se mantiene firme en su testimonio sobre la forma en que Jesús lo sanó. Le preguntaron una y otra vez sobre como ocurrió todo y él siempre daba la misma explicación. Los fariseos dudaron  que en verdad hubiera estado ciego, buscaron testigos para probarlo, quisieron desacreditar a Jesús  señalándolo como un hombre pecado, pero los hechos estaban ahí y no se podía negar. Mientras todos  tenían opiniones diferentes sobre lo ocurrido, el ciego se limitaba a hablar de los hechos, por eso cuando le preguntaron lo que opinaba sobre Jesús, sin pensarlo dos veces dijo: “Yo digo que es un profeta”.v. 17.   La lección es fácil de ver, los hechos dan una clase de convicción que ni las dudas, ni las amenas de otros nos pueden quitar.

En un momento del diálogo el ciego sugirió que si ellos deseaban hacerse discípulos de Jesús, pero esto lo que hizo fue despertar la indignación de ellos y acusar a Jesús de tener una dudosa procedencia. El ciego vuelve a referirse a los hechos y dice: “¡Qué cosa tan rara! Ustedes no saben de donde ha salido, y en cambio a mí me ha dado la vista”.  Mientras ellos discutían y ponían en duda todo lo pasado el ciego por su parte se regocijaba en el beneficio recibido.

Todo el episodio finalizó con la expulsión del ciego de la sinagoga, lo cual significaba que estaba excomulgado y ya no podría asistir a los cultos de esa congregación. ¿Está usted dispuesto a perder el favor de los hombre para defender su fe en Cristo? (Ver Juan 12:42,43)


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