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lunes, 11 de julio de 2011

AYUDE, PERO CON SABIDURÍA

El segundo gran mandamiento de la ley es amar al prójimo como a uno mismo (Mateo 22:39).
Si amamos a alguien de seguro le vamos a querer ayudar cuando veamos que necesite nuestro auxilio. Sin embargo, a veces en el afán de querer ayudar cometemos errores que terminamos afectando a la persona que queremos ayudar. A continuación explico por qué.

¿Sabía usted que según la OPS (Organización Panamericana de la Salud), el 70% de las personas que sufren accidentes graves, mueren al ser trasladados a centro de salud de formas inadecuadas?. Es decir, que usted ve un herido en un accidente, y en su deseo de salvarle la vida y hacerlo lo más pronto posible, le puede ocasionar lecciones o daños que pueden terminar con su vida. Así que antes de mover un herido, mejor llame de inmediato a los organismos de socorro para que lo hagan, mientras usted conversa con él, le da ánimo, etc. Yo se que esto quizá no sea suficiente, pero puede ser peor que usted trate de moverlo o hacer algún procedimiento médico sin el debido conocimiento. Este puede ser un buen espacio para sugerir que hagamos un curso de primeros auxilios para ayudar en estos casos.

Otro ejemplo de como se debe tener sabiduría de lo alto para ayudar lo es la fábula sobre el burro y el caballo. Dice que el caballo estaba agotado de las enormes jornadas de trabajo que tenía que cubrir. Una noche que quejó ante el burro, el cual le aconsejó diciendo: "finje estar enfermo, que eso es lo que yo hago y me dan varios días de descanso". El caballo le pareció buen consejo y fingió estar enfermo. Cuando el dueño vino a buscarle para el trabajo le vio muy mal y decidió darle un descaso de varios días diciendo: "Ya que este caballo está enfermo, entonces déjeme aparejar este burro para que lo sustituya".
La moraleja es que hay que ser cuidadoso al intentar ayudar a otros, no sea que su carga caiga sobre ti.
Así que no ayudamos a alguien cuando le ofrecemos criarle un hijo que ha tenido, salvo que una causa de fuerza mayor le impida hacerlo. Criar es tarea de los padres y a ellos Dios le va a pedir cuentas (Efesios 6:4). Podemos ayudarles, pero ellos deben estar a cargo.
Igualmente no ayudamos a alguien cuando tiene tareas pendientes en la escuela y nosotros la hacemos por ellos. Eso no les enseña nada, excepto a ser irresponsables.
En resumen, no ayudamos a alguien cuando le impedimos pagar consecuencias por sus errores, o le quitamos de encima una carga que a ellos les corresponde llevar. Ayúdelo con su carga (Galatas 6:2-5). Enseñele a pescar y no le de un pescado.

Un día un hombre intentaba salvar a un escopion de morir ahogado, pero éste cada vez que lo intentaban ayudar mordía en la mano a su benefactor. Otra persona que miraba le dijo a este hombre: "Déjalo morir, pues no se merece que lo ayudes". Sin embargo, el primero buscó una hoja grande y sacó al escorpión sin ser mordido por éste.
La moraleja es que no debemos dejar de ayudar a la gente, sino buscar formas inteligentes de hacerlo sin que nos afecte. Gálatas 6:9, 10 dice: "No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.".

Ayudar y servir a los demás le da sentido a nuestra vida, combate la depresion, el egoismo y nos da sensación de felicidad. Dios nos creó para eso.

Cuando ayudamos a otros glorificamos a Dios (Mateo 5:14-16).
Cuando ayudamos a otros nos enriquesemos sin dinero (1Timoteo 6:18)
Cuando ayudamos a otros demostramos que nuestra fe está viva (Santiago 2:17,18,26).
Cuando ayudamos a otros el amor de Dios mora en nosotros (1Juan 3:17).

Ayuda siempre a los demás y sirvales con amor sincero, porque en Cristo Jesús lo que vale es la fe que obra por amor (Gálatas 5:6). Solo pida sabiduría a Dios para encontrar formas inteligentes de ayudar, pues hasta para ayudar hay que ser cuidadoso.

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