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miércoles, 6 de abril de 2011

BELLEZA EXTERIOR E INTERIOR




Fue todo un concurso de belleza. Un concurso como el que se celebra para elegir a Miss Universo o a la Reina de la Vendimia, o a la más bella graduada de la universidad, o a la más hermosa de la playa de Montecarlo.

Desfilaron las muchachas más lindas del plantel. Algunas de ellas eran de veras hermosas, dignas de ser candidatas a reina del país. Pero este concurso era sólo una parodia. Una parodia amarga que hacían las reclusas del Centro de Rehabilitación Femenil de Tepepán, Xochimilco, México.Todas esas muchachas cumplían distintas condenas por diversos delitos. Eran bellas por fuera, pero por dentro llevaban la fealdad de una vida al margen de la moral, las buenas costumbres y las leyes.Este mundo moderno, esta sociedad nuestra en la que vivimos, alaba y aplaude la belleza física. Todos los años hay concursos de belleza en casi todos los países. En el cine y la televisión se ven cuerpos y rostros hermosos de muchachas que, sin más mérito que su belleza física, hacen una carrera meteórica.

Las portadas de las revistas tienen siempre un rostro femenino muy hermoso. Las empresas publicitarias buscan a las jovencitas más esculturales a fin de vender un automóvil del último modelo, una moderna cámara fotográfica o incluso una lata de carne para perros.Todo es alarde, adoración y reverencia de la belleza exterior. Ya que no se puede fotografiar la belleza interior, se muestra la belleza exterior, cuya imagen sensual despierta las pasiones.

Nuestra sociedad moderna, nuestro mundo actual, se interesa poco por la belleza moral interior. Hoy día valen poco las virtudes de la honestidad, la veracidad, la fidelidad y la fe religiosa. No tienen cotización en los mercados modernos de la vanidad, la superficialidad y la sensualidad.

Sin embargo, no es la belleza física exterior, con todo lo deseable y apreciable que sea, la que nos va a llevar a la presencia de Dios. Es la belleza interior, la belleza del alma y la rectitud del corazón lo que nos hará estar en pie delante de Dios el día del juicio final. Y sólo Jesucristo puede darnos esa belleza moral interior.


Enviado por Eddy Ramirez

"Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,
sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios." (1 Pedro 3:3,4)

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