Esta sección de la vida de Jesús es muy breve en los escritos de Marcos y Lucas, pero Mateo nos ofrece un amplio registro de lo que fue quizás el discurso màs fuerte de Jesús en contra de sus adversarios, donde hay acusaciones hasta de asesinatos.
Después de haber expuesto ante el pueblo a los escribas, fariseos y saduceos como ignorantes de las escrituras, intérpretes prejuiciosos y mal intencionados, el Señor pasa a denunciar el carácter corrompido de estos hombre. Por ejemplo, la ley de Moisés establecía claramente que no se debía hacer ningún trabajo en los dìas señalados como de reposo, pero estos catedráticos de la ley no se limitaban a lo que la ley decìa, sino que añadían sus propias opiniones al decir, por ejemplo, que si una gallina ponía un huevo en dìa de reposo no debìan ser consumido, porque hizo un trabajo. Con esto demostraban que querían ser màs estrictos que Dios mismo. Tambièn la ley decìa que no se debìa llevar carga en ese dìa, pues en base a esto ellos le prohibían al pueblo llevar un pañuelo en los bolsillos. Pero eran tan incoherentes que decían además que si el pañuelo se fijaba a la ropa con un alfiler, entonces ya no era una carga porque era parte de la ropa que se llevaba puesta. Enseñando asì ponìan cargas pesadas sobre el pueblo y promovían la hipocresía al hacer énfasis en detalles sin importancia, olvidando el espíritu básico de la ley que es promover la justicia, la misericordia y la fe (Mateo 23:23).
Jesús comienza su critica animando al pueblo a que no dejen de oír el mensaje que Dios expresó por medio de Moisés, pues seguía siendo un mensaje puro y Santo, pero que tuvieran precaución con sus maestros que no se comportaban a la altura de una responsabilidad tan grande como la de enseñar en los caminos de Dios.
Recordemos que Jesús tambièn insistiò sobre la necesidad de la obediencia completa a la ley, mientras esta estuviera en vigor (Mateo 5:19). Lo que la gente debìa distinguir era cuando se trataba de la ley misma, y cuando se trataba de tradiciones e interpretaciones caprichosas del texto. Observe que Jesús se refiere específicamente a “Pesadas cargas difíciles de llevar”. Estas cargas pesadas no eran los mandamientos de la ley misma, sino los reglamentos humanos que ellos agregaban. De modo que los excesos de los catedráticos no dejaban al pueblo libre de la responsabilidad de guardar lo que era la ley.
Jesús dice que el propósito de estos maestros es ganar prestigio ante los hombre y no ante Dios, por eso son hipócritas, porque los actos religiosos deben tener como objeto agradar a Dios, pero ellos los hacían para ser vistos de los hombres. Por ejemplo, ellos basados en la interpretación de textos como Éxodo 13:9; Deuteronomio 6:8, se escribían en tiras de pergaminos algunos textos de la ley de Moisés, los cuales encerraban en una cajita que luego ataban a su brazo izquierdo a la frente con lazos (O filacterias). La critica de Jesús es que ellos alargaban los lazos y los hacían anchos para llamar la atención de los hombre y que los demàs pensaran que ellos eran muy piadosos. Tambièn extendían los flecos de sus mantos para exhibirlos y que la gente los alabara. Los flecos fueron mandados por Dios en la ley de Moisés para recordar al pueblo que ellos eran su pueblo escogido (Deuteronomio 22:12; Números 15:38), pero ahora los fariseos corrompían el uso de los mismos, para hacer de esto una ostentación de supuesta piedad.
El Señor critica tambièn que los escribas y fariseos estén deseando los primeros asientos en las sinagogas y que en lugares públicos como las plazas, la gente los llame Rabí o maestro. Estas cosas aparentemente simples indican un orgullo carnal que no debería estar en personas que enseñan una ley que promueve la humildad. Por eso Jesús no quiere que entre nosotros sea asì, sino que en la iglesia debemos ser simplemente hermanos y no “El reverendo, catedrático universitario y arzobispo metropolitano fulano de tal”. Estos títulos envanecen a los hombres y distraen a la gente de la figura que merece nuestra veneración y honra total que es Dios.
Es bueno aclarar que Jesús no quiere decir que un hermano que se dedica a la enseñanza no puede ser identificado como maestro (1Corintios 12:28), pero esto no es UN TITULO, sino UN OFICIO. Es decir, es que se dedica el oficio de enseñar es un maestro, como el que se dedica al oficio de la carpintería es un carpintero. Por ejemplo, Pablo se refiere a si mismo como predicador, Apóstol y Maestro de los gentiles (2Timoteo 1:10-11). Pero el apóstol nunca se refiere a si mismo como el Padre Pablo, o el Apóstol SAN PABLO, o el reverendo Pablo. Nunca usó de títulos religiosos pomposos, sino que hablaba del oficio para el cual Dios lo habìa señalado.
El Señor insiste en que la grandeza del siervo de Dios no està en los títulos que ostenta, sino en el tipo de servicio que ofrece dentro del reino (Véase Mateo 20:26-28). Los títulos religiosos enaltecen y hacen al hombre orgulloso, pero el que se enaltece serà humillado y el que se humilla serà enaltecido (Proverbios 16:18; 1Pedro 5:5,6).
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