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lunes, 6 de junio de 2011

JESÚS ES EXPULSADO DE LA SINAGOGA DE NAZARET (Lucas 4:16-30)


En la sinagoga a Jesús se le pide que lea y explique las escrituras. Era un procedimiento normal que el presidente de la sinagoga invitara algún hombre en la congragación a que rindiera este servicio. Cualquier varón podía ser llamado para hacer esto. No era una tarea regular o permanente era un honor el que se pidiera a uno leer.

El Señor leyó Isaías 6:1, 2; 58:6. Este texto expone la línea principal de su ministerio. El se vio a si mismo y su ministerio como los descritos por Isaías en estos versos.

El espíritu del Señor esta sobre mi, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar la libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista de los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año favorable del Señor.

Los pobres que menciona el Señor, no son los pobres materiales, sino los pobres de espíritu (Mateo 5:3). Los cautivos son aquellos que viven esclavos del pecado. (Juan 8:44). Los ciegos son los que no pueden apreciar las maravillas de Dios (II Corintios 4:3,4). Los oprimidos eran los que Satanás había poseído con demonios. Al menciona el Señor año favorable hace referencia al año de jubileo mencionado en Levítico 25:10-17. Los Israelitas cada 50 años debían celebrar el año de jubileo, es decir dos años seguidos de descanso. Debían pregonar libertad a los esclavos hebreos, devolver al dueño originario la tierra que habían adquirido de é y perdonar las deudas de otros. Así se ponía freno al deseo desmentido de acumular bienes materiales y se impedía que hubiera extremos de pobreza y riqueza.

El Señor dice que ha venido par que se cumpla la redención y liberación de los cautivos.

Cuando Jesús le recordó al pueblo, por medio de las escrituras, que los profetas de Dios habían sido rechazados continuamente en su tierra (capitulo 4:24), y que Dios nunca se había limitado al pueblo de Israel, entonces ellos se pusieron violentos. Jesús recordó que, en el tiempo del profeta Elías, había una viuda en la tierra de Sidon que recibió la bendición de Dios al mismo tiempo que la nación de Israel sufría hambre (1 Reyes 17:7-24). También les recordó que, en la época de Eliseo, el sirio a quien Dios sano la lepra (2 Reyes 5), cuando había muchos leprosos en Israel.

Esta insinuación del Señor era más de lo que ellos podían soportar, pues pensaban que por solo ser israelitas tenían preeminencia ante Dios. Cuando Cristo hablo de un ministerio mas allá de Israel dirigió a los gentiles, la sinagoga se volvió hostil, y trataron de matarlo.

El Señor fue rechazado en la misma sinagoga donde se congregaba desde niño. Paso por en medio de ellos, y se fue (4:30).

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