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jueves, 22 de octubre de 2009

LOS DISCIPULOS SERÍAN PERSEGUIDOS POR CAUSA DE CRISTO (MATEO 10:16-25)

El maestro les advierte de persecuciones venideras a causa de llevar su mensaje. Ya anteriormente les había dicho que esto era causa de gozo (Mateo 5:11,12; Hechos 5:40-42), como también resultaría en oportunidades para llevar el evangelio ante gobernantes y reyes (véase como ejemplo a Hechos 26:24-32).
En medio de esas persecuciones, aquel que se mantuviera firme hasta el fin alcanzaría su salvación (Compare con Apocalipsis 2:10).
El Señor ahora nos dice que su venida sería durante las persecuciones, pero nosotros sabemos que todavía no ha venido. ¿Qué pasa aquí?.
Lo primero que debemos entender es que la Biblia habla de muchas venidas de Cristo, pero no todas ellas son en forma corporal y visible, como la que nosotros esperamos en el día final, para destruir al mundo y juzgar a los hombres (Hechos 1:11; Mateo 25:31,32; 2Pedro 3:10-13).
La Biblia habla de una venida de Cristo en la persona del Espíritu Santo, para traer su reino entre los hombres (Véase Marcos 9:1+Hechos 1:8).
la Biblia habla de la venida de Cristo para disciplinar a la iglesia en Efeso (Apocalipsis 2:5,6)
La Biblia habla de una venida de Cristo en la persona del imperio Romano, para ejecutar un juicio de destrucción sobre un Israel rebelde (Lucas 21:20, 21,27). Es a esta venida que se refiere el Maestro cuando les habla a sus discípulos diciéndoles que antes de finalizar la persecución de los impíos, él vendría para ejecutar su venganza contra ellos.
Jesucristo le advierte de que si a él mismo no lo respetaron, sino que lo llamaron Beelzebú, ¿Cuánto más a ellos? (Lucas 23:26-31).
Luego en los versos siguientes los tranquiliza al decirles que a nada deben temer que le pueda hacer el hombre, pues sus almas estaría protegidas por Dios (Mateo 10:28).
“¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que el Padre de ustedes lo permita. Ustedes tienen contados hasta los cabellos de la cabeza. Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.” (Mateo 10:29-31).
Finalmente el Señor nos declara la necesidad de que tengamos valor para confesarlo públicamente, si aspiramos a que él nos reconozca delante de su Padre (Mateo 10.32,33).

Pidamos a Dios que nos de el valor de confesar a Cristo en toda circunstancia de nuestas vidas.

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