Buscar este blog

viernes, 16 de abril de 2010

ES HORA DE VER A JESUS


A la llegada de un nuevo año se crea un clima de ansiedad y expectativa entre los seres humanos todos se preguntan ¿que va a suceder? El panorama mundial es sombrío, existen guerras, violencia y egoísmo individual y colectivo que consume las naciones, familias y personas. Nadie se siente seguro de nada. Hemos aprendido a desconfiar de todos, el hombre moderno tiene miedo del pasado, del presente y del futuro, miedo de ser y de existir, miedo de los que los rodean y hasta de si mismo.
¿Cual es el futuro que nos aguarda, será este planeta alcanzado por un asteroide perdido en el espacio? ¿Será destruido por el egoísmo y voracidad del propio ser humano? ¿Existe esperanza para el hombre de nuestros días?
El propósito de este mensaje es mostrar que cuando todo parece oscuro todavía existe esperanza para los que cree en Cristo Jesús, la noche puede ser oscura, la historia de este mundo puede estar llegando al fin, puede haber momentos en los que te sientes solo y abandonado, perdido en el universo como una estrella sin rumbo, el frió de la indiferencia o el fuego de la traición pueden herir nuestros sentimientos y apagar la fe en el ser humano pero a pesar de todo esto todavía hay esperanza.
Cuando todo parece perdido, en la hora de la angustia en medio de las lágrimas y tristeza de la vida es hora de ver a Jesús como la única esperanza, el es el único capaz de entrar sigilosamente por los pacillos de la conciencia humana y poner en orden y en armonía en un universo arruinado por el pecado.
Es hora de ver a Jesús volviendo en gloria para poner punto final a la historia de lágrimas, dolor y muerte que perturban la humanidad, no hay otro camino, no existe otra solución. Las intenciones humanas han fracasado, el hombre se ha hundido cada vez más en la arena movediza de sus propias confusiones. Jesucristo es la única salida y mientras el hombre moderno sea capaz de verlo y conocerlo todavía hay esperanza.

En el capitulo 24 del evangelio según Lucas, encontramos la experiencia de dos discípulos de Jesús que en una noche oscura, se dirigía de Jerusalén a Emaus, sintiendo que no tenían mas fuerzas para seguir soñando. En él estaban cifrados todos sus proyectos futuros. Querían envejecer al lado de el, y formar parte del reino terrenal que, según ellos opinaban, Jesús había llegado a establecer.
En realidad, ellos confundieron las casas. Jesús le había dicho: “mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36), pero ellos estaban tan entusiasmados con las palabras del maestro. Durante siglos, el pueblo de Israel permanecía cautivo esperando la venida del gran Maestro que, según ellos, lo libertaria del yugo opresor, pero el verdadero problema del pueblo no era físico o político, sino la seguridad espiritual en la cual vivía. Jesús vendría, si, el Mesías aparecería como los profetas lo anunciaban, pero su obra libertadora iría mas allá de la libertad política, el Mesías vendría para libertar al pueblo de la esclavitud del pecado y convertirlo en reflejo del carácter creador.
Dejaron casa, trabajo, familia, amigos, todo para seguir a Jesús. El tiempo pasó y cuando parecía que todo estaba listo para el establecimiento del reino, aconteció lo inesperado. Los soldados tomaron preso a Jesús. NO. Aquello no podía ser verdad. Pedro sintió que debía hacer algo; tomo su espada y corto la oreja de uno de los actores, pero el maestro lo recrimino por eso. Aquella madrugada, cuando los soldados prendieron a Jesús, todo parecía una horrible pesadilla, los discípulos no podían creer lo que estaban viendo. Su maestro estaba preso, llevado en silencio a los tribunales, de un lado para otro, como un delincuente. El castillo se derrumbó, y el sábado de mañana comprendieron que no era una pesadilla. Todo era realidad su maestro estaba muerto y enterrado. Los sueños se habían desplomado.
Analicemos entonces la situación de aquello dos discípulos en aquel domingo de mañana cuando se dirigían desde Jerusalén hacia Emaus. El texto bíblico dice que ellos “iban hablando entre si de todas aquellas cosas que habían acontecido” (Lucas 24:14).

Sucedió que mientras hablaban y discutían entre si, Jesús mismo se acerco, y caminaba con ellos (Lucas 24: 15). ¡Esto es maravilloso! Aun cuando no lo sientes, Jesús se acerca. El nunca nos abandona. Se preocupa por ti, conoce tus luchas y lagrimas, sabe cual es el límite de tu fuerza, lee tu historia y esta listo para levantarte de las cenizas y reconstruir tus sueños.
Los ojos de ellos estaban vendados, para que no le conociesen. (Lucas 24:16). ¿Por que será cuando la tormenta llega, casi siempre somos incapaces de sentir la presencia de Jesús? La repuesta esta en la declaración de los discípulos. Jesús los interrogo sobre que cosa había acontecido en la ciudad. La respuesta no se hizo esperar. Los eventos tenían por centro a “Jesús Nazareno, varón profeta grande en palabras y obras de gran testimonio dentro del pueblo y que el pueblo había creído que el era el Mesías” (Lucas 24:19). ¿Te das cuentas? Aquellos discípulos sabían lo que aquellas personas hablaban acerca de Jesús. Pero ellos, ¿por qué no daban su opinión? ¿Por qué no afirmaban que él fuera real mente el Mesías?
Una relación teórica con Jesús no ayuda mucho cuando aparecen las dificultades. No basta con estudiar la Biblia. Es precioso encontrar a Jesús en ella. No es suficiente orar. Es necesario buscarlo en la oración. Es precioso ir a la iglesia teniendo en mente que vamos para encontrarnos con Jesús. El tiene que salirse de las páginas de la Biblia para converce en una experiencia diaria, Porque la presencia de un Cristo vivo y real, nos ayudara a esperar con paciencia cuando las respuestas tardan en llegar.
Somos así en todo, hasta en la vida espiritual. Conocemos a Jesús hoy, y mañana queremos tener la vida de un cristiano adulto. Olvidamos que el tiempo es un factor indispensable en el crecimiento y que un bebe recién nacido le lleva años convertirse en un atleta vencedor de maratones de 42 kilómetros.
La historia de estos dos discípulos termina con una invitación de parte de ellos. “Llegaron a la aldea adonde iban, y el hizo como que iba mas lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado” (Lucas 24:29).

Jesús acepto la invitación, entro para cenar con ellos, y en la hora de la bendición se dieron cuenta que aquel desconocido era Jesús el gran Maestro.
Mi amigo, hoy vivimos en los días finales de la historia de este mundo. Ya es tarde. Ya es muy tarde. Las tinieblas morales y espirituales envuelven a nuestro planeta. Es hora de ver a Jesús, de abrirle el corazón, de invitarlo a quedarse con nosotros. No puedes retardar tu decisión. Hace mucho frió sin Cristo. El hielo de la indiferencia humana quema el alma. El frió del desamor y el desprecio lastima. ¿Por qué no abres tu corazón y clamas: “¡Quédate conmigo Señor!”?



NOTA:

ESTE ES UN RESUMEN DEL MENSAJE PREDICADO Y ENVIADO POR EL HERMANO JUAN MEDINA (BILLY), EL VIERNES 30 DE MARZO EN LA IGLESIA DE CRISTO DEL INVI.


1 comentario:

Mi perspectiva con la Dra. Angela Bello dijo...

No menos que ver a Jesus, es lo que se aprecia en el mensaje del hermano. Estos dias nos hemos despertado con las noticias del Volcan Islandes que tiene paralizada a Europa por aire, debido a las cenizas; yo que trato con personas que iban a viajar de regreso a paises de Europa, les veo su temor a pesar de que le han salido unos dias más de vacaciones,su preocupacion es la misma que la de las autoridades, no saben que se puede esperar entre esas nubes de cenizas esparcidas en el espacio aereo, no estarian seguros como cuando venian y depositaron sus vidas en un piloto, en una nave; y así como no puede ver un piloto es como no podemos ver los seres humanos ante tanta maldad y deshumanización que desborda hoy al mundo, pero aquellos que confiamos en el verdadero guiador y creador de nuestras vidas, tenemos esperanza aunque no podamos ver más alla de las nubes de cenizas.