Buscar este blog

sábado, 24 de abril de 2010

DISCUCIÓN DE JESUS CON LOS ESCRIBAS Y FARISEOS (Mateo 15:1-20; Marcos 7:1-23)

En este tiempo algunos fariseos y maestros de la ley vinieron a Jerusalén y vieron que los discípulos de Jesús no se lavaban las manos antes de comer. Aunque no existía ninguna letra en la ley de Moisés que hablara sobre esto, si había una ley oral o tradición de los ancianos, que para ellos tenía el mismo valor que la ley de Moisés. A veces, estas tradiciones ocuparon el espacio de la ley y hasta llegaron a ser contradictorias con la misma.
Estas leyes orales, para el tiempo del siglo tercero fueron coleccionadas en el Mishnab. Este libro contenía la suma de enseñanzas y ceremonias rabínicas.
Una de estas enseñanzas orales tenía que ver con lavarse las manos antes de comer, pero se trataba de una limpieza más bien ceremonial el lugar de higiénica.
Las puntas de los dedos tenían que estar hacia arriba con el agua corriendo hacia abajo hasta la muñeca. Después, las puntas de los dedos tenían que apuntar hacia abajo y se derramaba agua sobre ellos en las muñecas para que corriera por las puntas de los dedos. Si las manos no eran lavadas exactamente de esta manera, se pensaba que la persona era inmunda a la vista de Dios; y la gente ritualmente limpia tenía que evitar tratar con tal persona.”

Igualmente, Marcos nos informa que conforme a la tradición oral Judía, Cuando un Judío regresaba de una plaza no comen a menos que se bañen completamente. Así mismo, tenía otros rituales como el lavamiento de vasos, cántaros y vasijas de cobre. A todo esto ellos llamaban en griego “Baptimos” es decir, “Bautismos” o “Lavamientos”.
Jesús responde al cuestionamiento de ellos acusándolos de Hipócritas y astutos para lo malo. La ley de Moisés establecía el deber de honrar a padre y madre (Éxodo 20:12), lo cual incluye respeto y ayuda para sus necesidades materiales. Jesús cumplió cabalmente con este requisito de la ley, y aun en su muerte pensó en su madre (Juan 19:26,27). La ley de Cristo requiere que el cristiano provea para las necesidades de los suyos y así los honre (1Timoteo 5:4-8).

Algunos judíos hacían que las autoridades religiosas declararan que algo que era de la propiedad de ellos fuera corbàn, o sea, ofrenda sagrada dedicada a Dios. De esta forma se quitaban de encima toda responsabilidad de tener que ayudar a sus padres. Así violaban el mandamiento de Dios de honrar a padre y a la madre, simplemente por seguir una tradición. Esta manera de hacer las cosas Jesús la llamó astucia.

Vemos la verdad de lo dicho por el refrán de que la costumbre hace ley, pues ellos habían llegado a tener sus tradiciones por encima de las leyes de Dios. De manera que cuando un padre o una madre exigían a un judío que les ayudara ellos podían negarse a hacerlo, alegando que sus bienes con los cuales pudiera ayudarle los había dado en ofrenda a Dios. Con esto ya no tenía compromiso con sus padres.

El maestro termina acusándolos de Hipócritas, de enseñar doctrinas humanas y tener el corazón lejos de Dios. Todo esto nos dice a nosotros que podemos llevar una vida religiosa y que esto no es garantía de agradar a Dios. Hace falta sincera obediencia.

Luego Jesús presenta una enseñanza que es contraria a una piedad exterior, sin un cambio interno: “Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar, pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre” Mateo 23:25, 26 contiene una declaración muy parecida. En esencia lo que Cristo está diciendo es que la pureza de un individuo es algo interno, que no depende de observar ritos externos.

Cristo quiere una religión, no de formas y ritos, sino del espíritu del hombre. Mas que manos y vasijas sin lavar, lo que contamina al hombre son los pensamientos, el lenguaje y las actitudes malas ¦ Marcos 7:21-23; Mateo 15:20
El maestro enseñó que es absurdo pensar que la forma en que alguien se lava las manos puede contribuir a mejorar su relación con Dios, al punto de que los fariseos lo exigían a los demás como necesarios para agradar a Dios.

Con la enseñanza presentada por Cristo queda establecida la limpieza de todos los alimentos, de tal modo que el cristiano no tiene necesidad de abstenerse de un manjar pensando que podría contaminar su espíritu al comerlo [Marcos 7:19, Colosenses 2:16, 1Timoteo 4.1-5]. Esto no significa que nos sintamos con licencia para comer sin control, especialmente cosas que nos hacen daño, por el hecho de que el Señor declaró limpios los alimentos.

No hay comentarios: