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miércoles, 10 de febrero de 2010

JESUS SANA A DOS CIEGOS Y UN MUDO (Mateo 9:27-34)



En su labor de predicación Jesús sano a la mujer del flujo de sangre y resucitó a la hija de Jairo. Luego dos ciegos le siguieron gritando: “Ten compasión de nosotros, hijo de David”. Y le siguieron hasta la casa donde estaba alojado, como una muestra de su interés por ser sanados y de la fe que tenían de que el Señor podía hacerlo.
Este terminó siendo un caso más donde las personas recibían favores de Jesús conforme a la fe que tenían. ¿Creéis que puedo hacer esto? - Les preguntó - Como queriendo decir: ¿Acaso no han venido hasta mi con algo de dudas en sus corazones? ¿En verdad consideran que yo tengo el poder para hacer esto que me piden?. La respuesta de ellos fue: "Si, Señor". Como queriendo decir, "Con toda seguridad sabemos que en tí hay poder para resolver este problema". Fue cuando el Señor procedió a tocarle los ojos y decirles: "Conforme a vuestra fe os sea hecho".

La Biblia dice: "Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; NO SEAS ESCASA; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda..." (Isaías 54:1-3).


En otras palabras, nosotros (Nuestra fe) ponemos limite a lo que Dios puede hacer con nosotros. "Él le dijo: Vé y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías NO POCAS...Cuando las vasijas estuvieron llenas...Entonces cesó el aceite" (2Reyes 4:3-7).


Algunos dice: "Si Dios me va a bendecir, él lo va a hacer de cualquier manera". La realidad es que con Dios las cosas no funcionan así, sino que "Conforme a vuestra fe os será hecho".



El Señor les encargó con rigor que no lo divulgaran, pero ellos hicieron caso omiso de la advertencia de él, o simplemente era tan grande lo recibido que no encontraron la forma de contenerse.
Mientras los ciegos salían, le trajeron un hombre que estaba mudo como consecuencia de la obra de un demonio. Al ser echado fuera el demonio, el hombre quedó sanó y las reacciones de los presentes sobre lo que habían visto estuvieron como siempre divididas. Por una lado la gente común estaba maravillada y reconocían: “Nunca se ha visto cosa semejante en Israel”. Por el otro lado los fariseos opinaban en un acto de celos: “Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios”.

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